Esta nota fue publicada en el Periódico Informaciones Semanales de San Martín (PBA) el 12 de enero de 2013
CAUTELAS y ASAMBLEAS…
-¡Hola don Singulario! Lo veo cauteloso…
- Disculpe, eso de las cautelares me tiene
un poco podrid…,.
-Creo que a muchos. Mi vieja decía que tener
cautela era una suerte de pocos y que en verdad esos ñatos eran medio sospechosos,
por las dudas no les diera mucha bola…
-El diccionario da varias acepciones a ese término y sus derivados, por
ejemplo precaución y reserva con que se procede, pero también astucia, maña y
sutileza para engañar. Su vieja sabía de qué hablaba…
-¡Mire Ud., eso de buscarle el significado a las palabras cada vez me gusta
más! Estamos tan acostumbrados a largarlas o escucharlas, que a veces les
perdemos el significado.
-Ayer escuché el término “cazabobos” que aludía a bombas camufladas que
explotaban cuando alguien las tocaba sin querer; se usaron mucho en la primera
guerra mundial, luego por extensión pasó a ser todo aquello que engañara a
inocentes desprevenidos. Con las palabras uno puede pensar que en ciertos casos
son cazabobos, les damos el sentido que ciertos comunicadores de turno le
proponen y luego las repetimos como bobos.
Jauretche las llamaba zonceras y nos apuntó: [...] porque la gente azonzada no la curan los consejos; cuando muere
el zonzo viejo queda la zonza preñada [...]
-Entonces don, ¿cómo podemos darnos cuenta que estamos pasando por bobos?
-Siguiéndolo a don Arturo: Basta
detenerse un instante en su análisis para que la zoncera resulte obvia, pero
ocurre que lo obvio pasa con frecuencia inadvertido, precisamente por serlo.
Decíamos que los artefactos cazabobos eran usados en situaciones violentas
y para evitarlos se educaba a la población cómo detectarlos. En esta sociedad
nuestra, tan maltratada por los medios hegemónicos y sus mecanismos de marketing
–que venden cualquier truchada– es imprescindible estar atentos ante cada
palabra que es muy repetida, y fundamentalmente por la cadena de la mala onda,
el miedo y el desánimo, como se ha dado en llamar a ciertos pasquines y sus
propaladores.
-Le decía que lo veía cauteloso, pero me parece más bien agresivo…
-Es que no pasa un minuto sin recibir ataques disimulados con informaciones
sin fundamento que, cuando son descubiertas se travisten en otras parecidas, y
así sigue como la calesita. Pensamos para esta nota, continuarla sobre el
bicentenario de la Asamblea General Constituyente (que no dictó constitución
alguna) pero la llegada de la Fragata Libertad acaparó todo los titulares (TV,
radio, prensa escrita, comunicadores y politólogos de rancia estirpe y de los
otros) que nos tuvieron con el corazón en la boca ante el peligro de encallar
en los bancos de arena que rodean a Mardel, aparte de mil disparates más.
Fíjese que –descalificando la idoneidad de sus tripulantes– procuraban hacer
creer que los bancos de arena serían fatales, cuando en verdad los bancos
riesgosos son aquellos del corralito que pusieron en riesgo de disolución a la
Nación.
Pasemos sin más, al tema que nos
convoca este año:
La Asamblea –cuyo bicentenario
celebramos– se imaginó con los mejores auspicios para dictar la independencia
del rey y los españoles. El 24 de octubre de 1812 el nuevo Triunvirato llamó a
elegir una asamblea “que vote y decrete
la figura con que deben aparecer las Provincias Unidas en el gran teatro del
mundo”
Con Juan José Passo como
uno de los más fervientes promotores –era como un gato que siempre caía parado,
probablemente por su capacidad legal y administrativa, amén de su acendrado
patriotismo– el gobierno que integraba junto a Francisco Belgrano y Antonio
Álvarez Jonte, la convococaron y parte del texto del documento dice cosas como:
En vano los
impostores políticos, ó erguidos aristocratas intentarán paralizar esta justa
empresa enlazando el interés público con el mantenimiento de antiguos abusos á
la par de esteriles esperanzas : los tiempos y la fuerza misma de las cosas han
completado ya la revolucion moral en los sentimientos é ideas de los
americanos; su indefinición politica, ó su neutra permanencia, ó los
arrastraría á la disolución de una espontánea anarquia, ó los volveria á
sepultar en la calma estúpida de la más ignominiosa servidumbre, descendiendo á
ella con los sagrados derechos de que no hubiesen hecho uso en su tiempo y en
su tumo. ¿Por qué se temerá escuchar por primera vez la voluntad de todos
los pueblos que pueden libremente explicarla? ¿Qué acontecimiento podrá hacer
gravitar los ultrages de la servidumbre sobre los pueblos aun oprimidos con
mayor estrago y fiereza, quando los sucesos de La Paz, Cochabamba, y Potosí,
han completado ya los términos de ferocidad, desolación y tiranía? Mantenganse,
si se quiere, los abusos mismos ó las envegecidas instituciones; pero reciba al menos qualquiera determinacion el gran caracter del
consentimiento público, para que regle la conducta de unos pueblos que no deben
ya ser gobernados sino por verdaderas leyes dictadas en una asamblea
general. (todo sic)
-Don
Singu, parece que había bambolla y ciertos ñatos estarían fragoteando por lo
que esa convocatoria deja entrever. Me imagino a don Juan José calentito ante
los gaitas que había ayudado a rajar un glorioso 25 de Mayo y que seguirían
parapetados en sus negocios monopólicos. No me caben dudas que estaban ayudados
por los gringos que se quedaron después de las invasiones, casados con las
señoritas de la alta sociedad. Me figuro un Buenos-Ayres como Casablanca, llena
de espías, comerciantes, diplomáticos de las potencias del momento y otros
aventureros tratando de sacar tajada de la incipiente revolución.
¿Y sabe algo más? Me
parece un texto de profunda actualidad…
-No se ha equivocado,
vale la pena leer la correspondencia de sus habitantes más “caracterizados”
para comprender que los que pedían reconciliación, paz, buenos modales y demás
términos que se han vuelto a poner en boga, eran esos que Ud. nombra, mientras
que los patriotas, revolucionarios de verdad, estaban “crispados” no dejándose
avasallar (rechazaban ser vasallos de rey alguno). Parece ser que eso de
los buenos modales los reclaman aquellos que cuando están en el poder se los
olvidan…
Déjeme terminar hoy,
recordando que San Martín fue uno de los principales promotores de este Segundo
Triunvirato elegido para esa convocatoria independentista y constituyente. Que
José Gervasio de Artigas fue otro de sus más fanáticos defensores regresando
con su pueblo desde el Ayuí luego del memorable y triste éxodo y que a las
puertas de Montevideo, en Peñarol llamó a elegir los diputados que
representarán a la Provincia Oriental.
Y que esos buenos deseos,
como tantos otros fueron todos abortados por la plutocracia porteña, sus
seguidores y la mano todopoderosa del imperio pirata. La seguiremos…
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