jueves, 31 de enero de 2013

A. A.XIII COMERSE AL HIJO

Esta nota fue publicada en el Periódico Informaciones Semanales de San Martín (PBA) el 2 de febrero de 2013 
…comerse al hijo…

-¡Hola don Singulario! Con ese título me parece que vamos mal, aunque sea una metáfora, es de mal gusto. Además no creo que tenga mucho que ver con el Bicentenario que festejaremos la semana próxima, y  que prometió seguir…

-Como siempre conversamos del sentido de las palabras, esa alusión suya del mal sabor que podría tener un hijo, por ejemplo, seguro que nos lleva por caminos muy desagradables.

-Déjeme que le cuente un poco la génesis de esta nota y probablemente comprenda, aunque no me justifique.
Vamos a comenzar aclarando que la magna Asamblea del XIII, pese a los muchísimos inconvenientes propiciados por los factores de poder porteño, en su cometido fue colosalmente progresista si consideramos por ejemplo, la cantidad de sanciones en defensa de los derechos humanos que aún hoy nos rigen, aunque lamentablemente en muchos casos persisten como rémoras: la tortura, la esclavitud, etc.
En ese orden de cosas me puse a buscar antecedentes sobre los instrumentos de tortura que fueron “abolidos” entonces. Por tener a mano el libro pensé que sería un buen lugar comenzar por Las Siete Partidas (El Libro del Fuero de las Leyes) de Alfonso X El Sabio, que legisló para la España Medieval y cuyos mandatos fueron muy tenidos en cuenta por los conquistadores que trajeron a América sus lindezas y fealdades. Entre paréntesis ¿se habría enterado de aquella Asamblea el Polo Lugones, hijo del poeta, jefe policía de Uriburu, cuando se le dio por inventar la picana eléctrica en los años ’30?

-No le encuentro gollete don que, para hablar de torturas abolidas, vaya a buscarla con un gaita sabio del tiempo de maricastaña, en vez de buscarla en escritos de la época, sabiendo que cuenta con material muy interesante…

-Tiene un poco de razón, pero usted sabe cuán disperso es mi marote. Permítame continuar ya que empecé. En la búsqueda de las leyes que admitían los instrumentos de tortura, –donde se justificó la temible Inquisición para su uso y perfección– me topé con algo que me estremeció. Por no sufrirlo solo, quiero compartirlo en esta nota, alejándome un poco de lo pactado..
Está en la Ley XI de la Partida 4ª: Por qué razones puede el padre vender o empeñar su hijo.

-¡Pare la mano don! ¿Había una ley que permitía eso con los hijos?

-Era por el 1200. Vea su texto:
«Quejado siendo el padre de gran hambre e habiendo tan gran pobreza que no se pudiese socorrer de otra cosa, entonces puede vender o empeñar sus hijos, porque haya de que comprar que coma. [...] E aún hay otra razón porque el padre podría esto hacer, pues según el Fuero Real de España, siendo el padre cercado en algún castillo que tuviese de señor, si fuese tan cuitado de hambre que no hubiese el qué comer puede comer al hijo, sin malaestanza, antes que diese e castillo sin mandato de su señor. De donde si esto puede hacer por señor, guisada cosa es que lo pueda hacer por sí mismo. [...]»

-¿Sabe don que me puso la piel de gallina como en las pelis de terror? ¡Encima que especifique hasta la forma de guisarlo…!

-¡No hombre! La expresión “guisada cosa”  es del español antiguo y sería algo así como “de igual forma”.
Tome lo anterior sólo como una anécdota macabra fuera de contexto. En cuanto a don Alfonso X, en su obra magna “Las Partidas” señalaba que el «tormento es una manera de prueba que hallaron los que fueron amadores de la justicia» «Cometen los hombres a hacer grandes yerros e males, encubiertamente, de manera que no pueden ser sabidos, ni probados. E por esto tuvieron por bien los sabios antiguos que hiciesen tormentar a los hombres para que pudiesen saber la verdad por tanto de ellos [...]»

-De  cualquier forma,  sean prehistóricas, mediavales o modernas no dejan de impresionar leyes tan aberrantes…

-Lo que queda en claro que aquellos instrumentos, como tantas otras cosas que nos legaron los conquistadores hizo carne en la cultura de nuestra América mestiza. Los distintos gritos de libertad que sonaron en distintas épocas, fundamentalmente luego de la revolución francesa promoviendo los derechos del hombre por sus pensadores más preclaros fueron escuchados en este continente, desde los Estados Unidos hasta el Plata. En ese sentido un viernes 21 de mayo de 1813 como homenaje a la Revolución de Mayo se dictó la ley que abolía y destruía en la emblemática Plaza de Mayo los instrumentos de tortura. Vea su texto:
«La Asamblea general ordena la prohibición del detestable uso de los tormentos, adoptados por una tirana legislación para el esclarecimiento de la verdad é investigación de los criménes; en cuya virtud serán inutilizados en la plaza mayor por mano del verdugo, antes del feliz día 25 de mayo, los instrumentos destinados á este efecto.- Firmado Juan Larrea presidente.- Hipólito Vieytes Secretario»

- ¿Sabe don? Todo lo que usted  comenta como cosa del pasado, no me parece tal. En nuestro país nunca se destruyeron realmente los instrumentos de tortura, aún hoy se reciben denuncias de tales hechos aberrantes. Y si nos vamos al plano internacional da un miedito bárbaro ver las fotos de los presos de Guantánamo.  

-Lo interesante de rebuscar historias viejas tiene que ver cuán parecidas son a las actuales…

-Otra cosa son, según me cuenta mi nieto, los escritores “iluministas” franceses como Voltaire, Rousseau, Montesquiu y otros pregonando la libertad e independencia, los que de alguna manera inflamaron el alma patriótica de Belgrano, Moreno, Castelli, Monteagudo y otros para que se concretara esta Magna Asamblea  

-Mi amigo, me reconforta escuchar como dialoga con su nieto, un joven que piensa en cosas que hacen a la militancia patriótica, aunque se intoxique con hamburger y hot dogs.

-¡Qué vachaché! Para terminar don Singu, resignificando el título me parece que aquella autorización de comerse a los hijos, se fue transformando para apropiarse de los hijos de los otros. Cercana y lamentable experiencia.
Tiene Ud. razón. La semana que viene, menos tenebrosa, traeremos el bicentenario de un Belgrano traductor…


Nota: Cuando se transcriben documentos antiguos del original, todo es sic


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