(VAMOS A COMENZAR UN NUEVA LOCURA A
LOS 90 PIRULOS)
"LA VERA HISTORIA DE LA CHICLANERA EXPULSADA POR LA FILOXERA”
INTRODUCCIÓN
A LA FILOXERA
En
esta saga vamos a tratar de traer viejos recuerdos de una piba chiclanera que
como tantas otras inmigrantes huyeron de La vieja Europa corridas por
desgracias ajenas a su voluntad.
Vamos
a comenzar ficcionalizando un origen que si non e vero e ben trovato,
como diría don Arturo Jauretche
A
finales del siglo XIX Chiclana de la Fontera vecindario de Cádiz, Andalucía,
España, era una zona poblada de viñedos que cultivaban los vecinos de los más
distintos estratos sociales, y como toda zona medieval las castas se
diferenciaban entre otras cosas por sus zonas residenciales: castillos (el de
los Marqueses de Bertinatti todavía señorea entre los bodegueros
modernos) los poderosos y gobierno, luego la
buerguesía comercial en zonas altas y seguras (contra inclemencias de tiempo,
bandoleros, etc.) y por último el pueblo, aquí no haremos distinciones sociales
ni políticas.
Cerca
de la costa bañada por el Océano Atlántica existían las viñas que producían los
mejores frutos y en una finca que arrendaba don Paco Chávez con doña
Inés su esposa, Antonio su hermano y tres hijos varones más Leonor,
la hija menor y consentida. Todos laboraban ahí, podaban las parras,
recorrían las hileras, recogían los racimos y se cargaba en el carro
tirado por mulas que llevaban a la bodega de los Torres Campana para obtener
uno de los más preciados licores de Europa: la manzanilla.
Los Torres Campana
habían hecho una gran fortuna con estas exportaciones y al patriarca
de la familia don Frasco (Francisco Miguel) la riqueza
lo hizo trastabillar de su dignidad empresarial. Una familia típica: padre, madre,
un hijo varón Pedro, ricos con placeres mundanos, cría de caballos árabes de
montar, fiestas nocturnas y juego. (Este cuento sigue).
Los
Chávez, labriegos humildes tenía muy buena relación con los Torres
Campana, en especial Leonor muchachita pizpireta, aficionada al cante jondo y
los bailes de romerías que concurría en ancas del caballo de Pedro Torres Campana. Eso
ocurría en las vendimias chiclaneras para los meses de setiembre donde el
fandango se baila en pareja con gran bullicio de cantos y castañuelas, que
Leonor resaltaba al ritmo de la guitarra andaluza que Pedro rasgaba mientras
zapateaba al compás flamenco.
Todo
era jarana entre los jóvenes durante varias vendimias mientras la adolescencia
se marchaba y la filoxera se acercaba.
Decíamos
que en la finca de los Chavez todos colaboraban al recoger los racimos, pisar
las uvas, despalillar y sacar el los hollejos para transformar el
jugo en mosto y tener una entrada de dinero mayor a la sólo venta de uva a la
gran bodega. Es importante destacar que
para la elaboración de Torres Campana le llevaban los racimos
seleccionados y por eso eran elegidos, sin embargo siempre quedaba un
remanente que no cumplían los requisitos mínimos y eso se
aprovechaba en casa Y Leonor era la experta: La que mejor pisaba, más rápido
sacaba hollejos, acondicionando mosto no había igual y a los
bodegones del pueblo Paco y Leonor iban en mula a negociar sus productos. Claro,
en tanto la muchachita intentaba cruzar
al jinete de sus sueños.
Corrían
los finales del siglo XIX La filoxera llegó a Europa en 1863 afectando a una
viña en Francia . El botánico francés Jules Émile Planchon confirma la
presencia del insecto en 1868 cuando ya están afectados otros tres focos: dos
en Francia (Burdeos y Gard) y uno en Austria (Viena). A partir de allí se fue
extendiendo por el resto del continente. (File:1879-07-27, La Campana de Gracia, La
situació d'Espanya.jpg)
El
insecto fue importado desde Georgia (EE. UU.) con la variedad «isabela» de vid
americana, que se había traído para combatir el oídio - El oídio de la vid es
una enfermedad provocada por un hongo que inverna en las yemas, en los
sarmientos, las hojas y la corteza de las cepas-. que estaban sufriendo en ese
momento las vides europeas. La plaga arrasó fácilmente los viñedos porque no
tenían resistencia genética a la filoxera.
LA FILOXERA EN ESPAÑA
Para
1886 la plaga ya había invadido todos los viñedos barceloneses al norte del río
Llobregat, entre 1888-1890 el Panadés y en 1892 entraba ya en la provincia de
Tarragona y Andalucía En 1901 llegaba ya a la provincia de Lérida y
en 1902 saltó a Castellón. Hacia 1904, la escasez de viñas próximas a Castellón
de la Plana sirvió
para frenar el avance de la plaga.
Nadie
se libró en toda Europa de la peste que afectó principalmente a los viñedos. La
economía general comenzó a padecer primero en los países productores,
extendiéndose luego a los diferentes ramos de producción, comercios, bancos,
etc.
A
los Torres Campana la plaga le ocasionó desgracias múltiples, por un
lado la fortuna que había transformado la personalidad de sus
enriquecidos componentes a través de las modas, juegos y alcohol. Por otro este
vicio le jugó la peor pasada a don Frasco que en una noche de juerga, entre
vahos escuchó rumores de infidelidades y sin miramientos acuchilló a
su mujer.
Si
bien en esa época los femicidios eran caratulados sólo como crímenes pasionales
con escasas penas, a Frasco Torres Campana le costó toda
su fortuna (bodega, fincas, caballos, etc). Y no lo libró de pasar
una decena de años en la cárcel Celular de Madrid (hoy cárcel
Modelo).
Paco
Chávez también sufrió la plaga. Su finca se desvastó. La necesidad
por carencias elementales
era generacional, recurriendo como antaño sus antepasados
a cultivar los frutos de la tierra y criar animales domésticos para
alimentarse, -enseñanza ancestral-, en tanto los hombres salieron a
changuear.
Leonor
que era la más dispuesta, también salió a buscar trabajo al pueblo y se
conchabó en la bodega de Primitivo Collantes
'
que resistía la
epidemia. Ella en tanto buscaba a Pedro que
había quedado destrozado por el drama familiar y la pérdida de todos sus
bienes.
Como
vimos al correr de la historia Pedro había sido criado en cuna de oro, nunca
estudió y lo único que sabía era de juergas y caballos. Frente al descalabro
sucumbió a las malas compañías que lo buscaban por sus conocimientos de la raza
caballar para hacer buenos negocios. Y se dio a la bebida.
Leonor
que supo de la tragedia lo buscó incansablemente hasta encontrarlo tendido en
un zanjón borracho perdido, herido y golpeado por malandras en una trifulca por
deudas de juego. Lo subió a su burro que había salvado escondiéndola en un
pajar cuando la guardia civil requisaba las riquezas de los deudores.
Doña
Inés y Leonor fueron las samaritanas que volvieron a la vida a Pedro y lo
arrimaron a la finca. Su bonhomía, atractiva personalidad hizo que rápidamente
fuera aceptada por todos y él se sintió obligado a responder a la comunidad
familiar. Entre sus habilidades mundanas sabía pescar y cazar y todos los días
llegaba con bichos salvajes que vaya uno a saber dónde y cómo conseguía. Doña
Inés lo esperaba con los brazos abiertos para cocinar sabrosas pitanzas.
Incluso
para alguna fiesta de guardar, a la que los chiclaneros eran muy afectos se esforzaba
por ampliar la caza e invitaba algunos vecinos improvisando una romería casera
con guitarra flamenca, castañuelas y cante jondo al que todos los participantes
acompañaban con palmas y otros ruidos para jaranear hasta que las velas no
ardieran.
Se
terminaba el siglo XIX, la plaga seguía con fuerza, la pobreza arreciaba y los
hombres marchaban a América en busca de la riqueza que desde allí ostentaban
sus moradores representantes de la oligarquía.
La
finca de la familia de Paco Chávez se extinguía de a poco,
los varones partían a changuear en el puerto de Palos,
algunos se embarcaron para el nuevo mundo. Sólo don Paco ya anciano,
doña Inés, Leonor y Pedro todavía recuperándose de las heridas
malvivían en las pocas tierras que quedaron de la finca luego de hipotecar el
viñedo diezmado.
La
personalidad de Pedro Torres viene bastante castigada por su origen
ricachón. Luego de las desventuras propias y familiares más la
golpiza recibida que lo dejó postrado por un tiempo se vio obligado a reflexionar y
encontrar en sí mismo instrumentos que le permitieran continuar conviviendo con
esa familia que tan bien lo trataba. Dijimos que era simpático, con
don de gente, sabía cazar y pescar fabricando sus propios utensilios.
Era muy inteligente y si bien no tenía educación formal adquirió gran
conocimiento en las razas equinas.
La
relación entre Pedro y Leonor se profundizaba y don Paco y doña Inés
consideraban que los jóvenes estaban a punto de caramelo para formalizar algo
más serio, motivo por el cual en la primavera de 1899 se comprometen
de casamiento Pedro Torres Campana y Leonor Chávez.
Desde
1836 en Chiclana de la
Frontera se celebra la Feria y Fiesta de San
Antonio que reúne a pobladores de toda Andalucía, y la
familia de la nueva pareja quiere usar el suceso como excusa para la gran
fiesta aprovechando la jarana popular, lo que haría menos penosa la
pobreza circundante.
Llegó
el momento en esta vera historia de lucir las habilidades de nuestra
protagonista antes de casarla.
Es
dueña de un burro que crió a mamadera desde su nacimiento, lo llama Orejón y le
obedece de tal forma que cuando ella se le acerca se arrodilla para que lo
monte sin esfuerzo proporcionando un espectáculo muy festejado.
En
su adolescencia en la viña familiar aprendió el tratamiento de las uvas en
todas sus especialidades: cosecha, pisado, limpieza, despalillado, orujo y
mosto, prensado, filtrado, fermentado, clarificado, embotellado y
ese conocimiento fue admirado por don Primitivo Collantes que la contrató para
su bodega que estaba transformando. Pasó a ser su mano derecha para las nuevas
cepas que producirían.
Semanas
antes de la boda Leonor montada en su burro desde temprano llegaba
a la bodega de los hermanos Collantes en la calle Ancha
en la zona alta de la ciudad, a trabajar en tareas fabriles que
comenzaban a emplear técnicas modernas para combatir el trance epidémico. Otra
bodega conocida como “El Sanatorio”, la de Manuel Aragón,
con su enfoque en la calidad y la tradición fueron ejemplos de la
resiliencia de la industria vitivinícola durante la plaga. Esta
última con su marca El Sanatorio llega exultante hasta
nuestro siglo XXI.
La crisis
socio-laboral desatada en la industria vitícola en Chiclana de la Frontera no había
afectado a todos por igual. Los ricos bodegueros europeos trajeron
estacas de las viñas americanas y propugnaban quemar todo los campos infectados
resembrando nuevas parras, mientras los finqueros humildes se oponían con
violencia negándose a perder sus tierras que eran arrasadas furtivamente por
maleantes incendiarios contratados.
Leonor
con su burro traía productos comestibles producidos en su finca (lo que quedaba
de la malaria) y luego de laborar en la bodega se unía a los feriantes mientras
estimulaba a amigos para la
Feria de San Antonio sin anticipar que
además se casaría.
En
tanto Pedro salía de expedición para abastecer a Doña Inés. Mientras recorría
las costas del Atlántico y las marismas en busca de pescar algunos peces como
pargos, dorados, meros, caballa, etc. Un día se embarcó en el
pequeño bote de un lugareño conocido y regresó con un enorme atún
pescado para alegría de la cocinera que rápidamente trozó y comenzó a aliñar
para la fiesta que se acercaba velozmente.
Se
casaron en la iglesia de San Juan Bautista un 13 de junio
de 1899. Por la noche hubo jarana total ya que en los alrededores del templo se
levantaba la Feria con
una romería popular mezclado con las nupcias. Tal encuentro le permitió a la
familia Chávez disimular su pobreza aportando los manjares que doña Inés
cocinó: pasteles, tapas, bocadillos y las porciones del atún
encebollado que nadie dejó de probar hasta finalizada la farra. Todo empapado
con los brebajes alcohólicos que la simpatía de Leonor consiguió
que don Primitivo donara para toda la fiesta. La
pareja con sus mejores atuendos guitarrearon. y zapatearon hasta la
madrugada y Leonor y las muchachas del pueblo le hicieron el mejor coro
flamenco de castañuelas y cantoque en mucho tiempo no se oiría por Cádiz.
Al
tablao de la romería no faltaron el famoso “Silverio
Franconetti”, el mejor cantaor de su época y el “El Maestro Patiño”,
guitarrista pionero de la escuela gaditana del toque. Tampoco la
bailaora "La
Macarrona" (Juana Vargas)con quien la novia se trenzó en
un contrapunto de castañuelas, canto y baile muy aplaudido por la concurrencia
donde muchos se sumaron. Los novios eran los principales animadores.
Leonor
y Pedro comenzaron su nueva etapa al finalizar el siglo saturados de regalos y
esperanzas pero sin futuro a la vista. La comunidad chiclanera estaba
agotada, los jefes de familia emigraban y los ancianos sucumbían de
tristeza.
Pasaron
los años, nació Lola que murió pequeña, Juan Manuel (Juanito en 1904),
Inés y Perico apegados a la abuela Inés que prácticamente los crió.
En
tanto Pedro subsistía en la finca como el único hombre (don Paco Chávez
falleció al nacer Juanito), Leonor continuaba en la
bodega mientras la abuela se hacía cargo de los churumbeles y él en
un momento de lucidez intentó retomar su pasado de criador de
caballos. viendo que el burro Orejón era de muy buen porte pensó
cruzarlo como padrillo para obtener mulas. La idea fue bien recibida
por su esposa y se enfocó para llevarla a cabo buscando dónde obtener yeguas
aptas. Maduró la idea del antiguo haras perdido y complicando a un
viejo servidor de la exbodega Torres Campana secuestraron una yegua alzada
cruzándola con Orejón. Casi un año después –once meses es el tiempo
de gestación de las yegus- la bestia parió una mula de orejas largas que Pedro
reclamó de su propiedad y los nuevos propietarios del haras rechazaron
acusándolo de violador de propiedad.
El
fracaso de su proyecto lo sumió en una profunda depresión y con el objeto de
evitar problemas a su familia decidió como tantos gaditanos marchar a América
en busca de nuevos aires y sin muchas explicaciones una tarde de 1908 partió
del puerto de Palos hacia la
Argentina dejando la paga del contrato del Ferrocarril
Buenos Aires al Pacífico que estaba buscando mano de obra para
reforzar la empresa ante las fiestas que se avecinaban por el centenario
patrio.
La
partida de Pedro dejó en gran dolor a toda la familia, especialmente a Leonor y
sus hijos pequeños, aunque la paga del contrato permitió un alivio económico
por bastante tiempo.
Pedro llegó a
Buenos Aires contratado por el ferrocarril de origen inglés “Buenos
Aires al Pacífico” (hoy ferrocarril San Martín) y en el Hotel de Inmigrantes lo
estaba esperando un camión que los llevaría (eran muchos españoles que venían
en esas condiciones) a una zona de reunión llamada El Cortijo ubicada en
terrenos cercanos a lo que es la estación Caseros -era la playa de
maniobras Alianza-.
El Cortijo,
regenteado por Carrurra, un andaluz que no daba puntada sin nudo, muy rápido
para timar a los recién llegados –muchos con mujeres y niños- al que Pedro
rápidamente lo descalificó la vez que precisamente en el sentido de ayudar para
mandar dinero a España descubrió que le había mochado una cantidad. Cuando pudo
con otros compañeros de viaje y un crédito ferroviario compraron una franja de
tierra de lo que era la quinta de don Pablo Giorello, un italiano que
contrataba jornaleros dispuestos a desertar de la contrata transportista.
La comunidad
andaluza se reunía en el Cortijo donde se armaban grandes jaleos
y romerías amenizados por los jóvenes inmigrantes entre
los que se encontraban muchos gitanos. Las tareas en la playa de
cargas era penosa, la mayoría de los trabajadores eran cambistas
obligados a subir a las formaciones en marcha, enganchar y
desenganchar las cadenas de los vagones en forma rápida antes de que los trenes
lleguen a la palanca de cambios. Los accidentes eran frecuentes por lo que
había muchas deserciones y la plantilla de jornaleros se modificaba
constantemente, Pedro aguantaba estoicamente, sobreviviendo para continuar
recibiendo la paga, que previo descuento de los créditos recibidos, mandaba
íntegramente a Chiclana. En secreto retenía una suma con el objeto de comprar
pasajes y traer a su familia.
En ciertos
rumores Pedro tenía mala fama por su falta de apego a la bulliciosa comunidad
andaluza, pero recapitulando a través del tiempo vemos que sus recuerdos le
obligaban a tales actitudes casi monacales: estaba pagando el terreno comprado
a Giorello, levantando una vivienda y pagando jornaleros albañiles,
él mismo con la pala y el cucharón peonaba la construcción, en tanto sacaba
pasajes de regreso de España a Buenos Aires. Su salud se resentía con justos
motivos.
Al fin el gran
día llegó, la carta esperada se recibió en Chiclana de la Frontera, donde la peste
de la filoxera seguía haciendo estragos ya entrado el siglo XX. La alegría de
Leonor se contagió en sus hijos, no así en la abuela Inés que preveía una vejez
en soledad.
Corría
mil novecientos diez y desde el puerto de Palos se desataban múltiples
emociones: Juanito, Inés y Perico, abrazados fuertemente a la abuela llorando inconsolablemente, el tío
Antonio levantando a los niños acompañó a Leonor a subir el atado de ropas y
vituallas al barco Patricio Satrústegui para el viaje,. Y zarparon con gran algarabía en los muelles.
Los inmigrantes eran muchos que se hacinarían en la panza del buque trasatlántico
que periódicamente recorría ambos mundos.

En la película
Tango Bar, Carlos Gardel canta Lejana Tierra Mía ante un grupo de pasajeros
apiñados en en la clase más baja del buque. La imagen proyectada da
un exacto testimonio de las condiciones paupérrimas del trayecto, Juanito niño
inquieto fue atado a una larga soga que la permitía corretear sin alejarse e
Inesita aferrada a su muñeca que la abuela había vestido como
algunas lugareñas, hacían que Leonor padeciera el largo viaje con
cierta serenidad. Sin embargo el largo trayecto le
permitió crear ciertas amistades con jóvenes mujeres, en
especial María Ramos. Al caer la noche con castañuelas y palos armaban un
fandango que se consolidó en el tiempo y llevaron luego que desembarcaron al
Cortijo de Carrurra. Por coincidencia entre los que compraron
tierras a don Pablo Giorello estaba Manolo Estrada hijo de María Ramos, vecinos
durante muchos años. Cuando se conformaron las nuevas familias argentinas allá
por de 1920 hasta 1960 en la confluencia de las calles Dante y
Patricios en Villa Excelsior en Santos Lugares.
En esta
vera historia comenzamos utilizando la frase “expulsión de una joven chiclanera
a causa de una peste”. En referencia al insecto de la filoxera que asoló al
continente europeo durante gran parte de los siglos XIX y XX. Desarrollando las
vicisitudes de los diferentes protagonistas y territorios pudimos
conocer al bicho responsable de un azote que afectó los
viñedos de toda Europa y y por cercanía la industria vitivinícola.
Saliendo de Chiclana de la
Frontera, comarca de origen de nuestra
protagonista y al acercarnos a la Argentina, nos encontramos con otra industria. La
ferroviaria, en la que nos detendremos algunos momentos por ser algo intrínseco
a nuestro pensamiento político.
Cuando avancemos
en esta vera historia descubriremos que Juanito (Juan Manuel Torres, el
primogénito) fue el padre del escriba que esto firma
pero es innecesario adelantarnos.

La “Historia de
los Ferrocarriles Argentinos” de Raúl Scalabrini Ortiz fue uno de
las leyendas que acunaron algunas infancias –la mía- por padres que
padecieron las tropelías que los súbditos británicos infligían a nuestra
comunidad. Pero es inevitable retroceder entre nuestros protagonistas
y una empresa depredadora como todas las británicas en su cruzada
colonial.
Vamos a comenzar
por los siglos XVIII y XIX con el chileno Clark, súbdito inglés que en la
avanzada de las concesiones a las empresas de ese origen, las
ferroviaras eran pioneras. En 1878 consiguió el permiso para fundar
una línea que uniera Buenos Aires y el Océano Pacífico en Chile obteniendo
permiso para fijar el largo recorrido que cortaba la república. Desde Buenos
Aires hasta Mendoza y que el convenio autorizaba una franja de tierra de varios
kilómetros de ancho para tender las vías, instalar estaciones y playas de
maniobras. Scalabrini Ortiz cuenta que con el apoyo de políticos
venales, se lotearon tierras fiscales y se expropiaron otras
privadas para fundar pueblos y grandes campos que luego sería la oligarquía
agrícola-ganadera que aún perdura. Pero es necesario volver a
nuestra vera historia con los mismos protagonistas.
Pedro Torres
estaba desvastado con su fracaso equino-comercial y en su búsqueda de oportunidades
en el puerto de Palos se encontró con una comisión ferroviaria dirigida por
Juan Anchordoqui caudillo político de Santos Lugares que se había “acercado” a
los nuevos “empresarios extranjeros” y haciendo buenas migas pasó a formar
parte del plantel superior ferroviario. Pedro le comentó el estado
socio-laboral del pueblo andaluz, consiguiendo un contrato para la
nueva línea que se estaba fundando, con un
adelanto importante de parné (dinero) y un pasaje
de ida a Buenos Aires que partiría en los próximos días como ya contamos.
La
vera historia con Pedro está llegando a su fin. Un lunes 25 de julio de
1910 en el barco Patricio Satrústegui llegaron tras un viaje de más de
un mes Leonor con 29 años cumplidos con sus hijos Juan de 6 años, Inés de tres
y Pedro (Perico) de uno.
- En Buenos Aires se
reencuentra con Leonor y sus hijos que están creciendo.
La familia se fortalece en una casa en
construcción. Leonor prefirió habitarla para salir del Cortijo y
ayudó a mejorar su habitabilidad.
Ei
migrante más pequeño, Perico fallecerá
poco tiempo después por carencias
alimentarias –desnutrción, hambre, bah-
Luego nace Ildelfonso Torres -todos lo llamarán Alfonso, que en su niñez
tuvo una convulsión y quedó con
facultades cerebrales disminuidas. Como
vamos desarrollando esta etapa primeriza de inmigrantes en Argentina poco tiene
que ver con la historia oficial de la riqueza en el Centenario.
En los arrabales la pobreza hacía estragos especialmente en niños, sin embargo la vida rosigue y seguirían naciendo. Antonio fue el nuevo crío que la familia, ahora De La Torre aumentaría la prole: Juanito, Inés y Alfonso Torres, más Antonio De La Torre habitarían para l912 la casa de la esquina de las calles Dante y Patricios en villa Excelsior
Las condiciones
socio- ambientales-laborales fueron minando la salud de Pedro Torres que por
un apendicitis no atendido fallece dejando desamparada a la joven
inmigrante. Era una época en que las empresas no se hacían cargo de sus
empleados muertos. Juanito había cumplido los once años y algunos compañeros
del muerto intercedieron ante Anchordoqui que lo conchabó como cadete en los
Talleres de Alianza para llevar telegramas.
Hasta aquí llega
la vera historia de Leonor la chiclanera. Ahora comenzará la etapa argentina de
Leonor Chávez viuda de Torres y ahora señora de Ramírez.
Cuando Pedro Torres
fallece allá por 1913, Juanito el mayor de la familia no había cumplido los
once años pero tuvo que salir a trabajar como cadete en los talleres ferroviarios
de Alianza, Leonor con Antonio en brazos lavaba y planchaba para algunos
vecinos pero la miseria era apremiante y y tiene cara de hereje.
Hemos dicho que
era hermosa y bien dispuesta por lo que muchos vecinos recién llegados como
ella comenzaron a cortejarla y tuvo que elegir. Fue Juan Ramírez, excompañero
de Pedro que llegó a la casa comenzando una nueva vida marital agregando a la
prole inicial tres nuevos hijos. Por ser historia contemporánea no abundaremos
en ella.
Solo recordar
que Juanito Torres, jefe de familia a los 11 años fue desplazado por un extraño
que asumió esas funciones controvertidas por los antiguos habitantes.
Primero nació
Pedro Ramirez apodado El Pibe por sus hermanos mayores y en competencia con
Antonio por la escasa diferencia etaria, luego Isabel La Piba en clara diferencia
con Inés que se tuvo que hacer cargo de su crianza con los celos presumibles
ante la madre compartida. Y por último Juan José El Nene, que alegraba a todos
por su personalidad expansiva.
Leonor Chávez de
Torres y de Ramirez transcurrió criando hijos medio siglo XX y fue
abuela de esta familia con la siguiente genealogía:
Juan Manuel
Torres Casado con Victoria Triviño, un hijo Eduardo casado con
Zulema Esther (Beba) con dos hijas Virginia divorciada con dos
hijos Gianni Pablo Cignetti y Piero Butista Cignetti y Natalia Eva Torres
divorciada con una hija Magdalena heigel Torres
Ines Torres,
casada con Cipriano Oderigo, dos hijos: Marta Ofelia (Tita) casada con Silvio
(Tito) Boedo y con tres hijas y Ricardo Oderigo casado
Alfonso Torres
soltero
Antonio de la Torre, casado con (Ñata)
Pombar dos hijos: Antonio casado y Roberto soltero
Pedro Ramirez
(Pibe) casado con Amelia dos hijos Eduardo y Mario
Isabel Ramirez
(Piba) casada con Juan (Robert) Szraka dos hijos Juan Carlos y Leonor
Juan José (Nene)
casado con (Minina) con dos hijos
De este
incompleto cuadro genealógico surge la numerosa prole que aquella cEhiclanera
cuya azarosa vida fuera modificada por una plaga que afectó a Europa En el
siglo XIX y cruzara el Océano Atlántico en la panza de un buque, Hoy en la República Argentina se
encuentra poblada por descendientes que se enorgullecen de su memoria. QEPD
Leonor Chávez de
Torres y Ramirez falleció en 1961 con ochenta años cumplidos en su casa
–aquella que ayudó a construir, en la intersección de las calles Dante y
Patricios de villa Excelsior en Santos Lugares- rodeada de sus hijos, yernos y
nueras, nietos y nietas y vecinos que la acompañaron en su larga vida.
Sepultada en el cementerio de San Martín.
Quién esto
escribe –nieto- acaba de cumplir noventa años reconociendo que su longevidad es
genética, pidiendo disculpas por las desinformaciones producto de descuidos
personales con la familia.
En Villa
Ballester, a os veintiocho días del mes de setiembre del año dos milveinticinco