viernes, 3 de octubre de 2025

LA VERA HISTORI "LA VERA HISTORIA DE LA CHICLANERA EXPULSADA POR LA FILOXERA”


 

(VAMOS A COMENZAR UN NUEVA LOCURA A LOS 90 PIRULOS)

 

"LA VERA HISTORIA DE LA CHICLANERA EXPULSADA POR LA FILOXERA

 

INTRODUCCIÓN A LA FILOXERA

     En esta saga vamos a tratar de traer viejos recuerdos de una piba chiclanera que como tantas otras inmigrantes huyeron de La vieja Europa corridas por desgracias ajenas a su voluntad.

     Vamos a comenzar ficcionalizando un origen que si non e vero e ben trovato, como diría don Arturo Jauretche   

  

  A finales del siglo XIX Chiclana de la Fontera vecindario de Cádiz, Andalucía, España, era una zona poblada de viñedos que cultivaban los vecinos de los más distintos estratos sociales, y como toda zona medieval las castas se diferenciaban entre otras cosas por sus zonas residenciales: castillos (el de los Marqueses de Bertinatti todavía señorea entre los bodegueros modernos)   los poderosos y gobierno,  luego la buerguesía comercial en zonas altas y seguras (contra inclemencias de tiempo, bandoleros, etc.) y por último el pueblo, aquí no haremos distinciones sociales ni políticas.

     Cerca de la costa bañada por el Océano Atlántica existían las viñas que producían los mejores frutos y en una finca que arrendaba don Paco Chávez con  doña Inés su esposa, Antonio su hermano y tres hijos varones  más Leonor, la hija menor y consentida. Todos laboraban ahí,  podaban las parras, recorrían las hileras,  recogían los racimos y se cargaba en el carro tirado por mulas que llevaban a la bodega de los Torres Campana para obtener uno de los más preciados licores de  Europa: la manzanilla

     Los Torres Campana habían hecho una gran fortuna con estas exportaciones y al  patriarca de la familia don Frasco (Francisco  Miguel) la riqueza lo  hizo trastabillar de su dignidad  empresarial. Una familia típica: padre, madre, un hijo varón Pedro, ricos con placeres mundanos, cría de caballos árabes de montar, fiestas nocturnas y juego.  (Este cuento sigue).

     Los Chávez,  labriegos humildes tenía muy buena relación con los Torres Campana, en especial Leonor muchachita pizpireta, aficionada al cante jondo y los bailes de romerías que concurría en ancas del caballo de Pedro Torres Campana.  Eso ocurría en las vendimias chiclaneras para los meses de setiembre donde el fandango se baila en pareja con gran bullicio de cantos y castañuelas, que Leonor resaltaba al ritmo de la guitarra andaluza que Pedro rasgaba mientras zapateaba al compás flamenco.

       Todo era jarana entre los jóvenes durante varias vendimias mientras la adolescencia se marchaba y la filoxera se acercaba. 



      Decíamos que en la finca de los Chavez todos colaboraban al recoger los racimos, pisar las uvas,  despalillar y sacar el los hollejos para transformar el jugo en mosto y tener una entrada de dinero mayor a la sólo venta de uva a la gran bodega. Es importante destacar     que para  la elaboración de Torres Campana le llevaban los racimos seleccionados y por eso eran elegidos, sin embargo siempre quedaba un remanente  que no cumplían los requisitos mínimos y eso se aprovechaba en casa Y Leonor era la experta: La que mejor pisaba, más rápido sacaba hollejos, acondicionando mosto no había igual  y a los bodegones del pueblo Paco y Leonor iban en mula a negociar sus productos. Claro, en tanto  la muchachita intentaba cruzar al jinete de sus sueños.

Corrían los finales del siglo XIX La filoxera llegó a Europa en 1863 afectando a una viña en Francia . El botánico francés Jules Émile Planchon confirma la presencia del insecto en 1868 cuando ya están afectados otros tres focos: dos en Francia (Burdeos y Gard) y uno en Austria (Viena). A partir de allí se fue extendiendo por el resto del continente.   (File:1879-07-27, La Campana de Gracia, La situació d'Espanya.jpg)

     El insecto fue importado desde Georgia (EE. UU.) con la variedad «isabela» de vid americana, que se había traído para combatir el oídio - El oídio de la vid es una enfermedad provocada por un hongo que inverna en las yemas, en los sarmientos, las hojas y la corteza de las cepas-. que estaban sufriendo en ese momento las vides europeas. La plaga arrasó fácilmente los viñedos porque no tenían resistencia genética a la filoxera. 

LA FILOXERA EN ESPAÑA

       Para 1886 la plaga ya había invadido todos los viñedos barceloneses al norte del río Llobregat, entre 1888-1890 el Panadés y en 1892 entraba ya en la provincia de Tarragona  y Andalucía En 1901 llegaba ya a la provincia de Lérida y en 1902 saltó a Castellón. Hacia 1904, la escasez de viñas próximas a Castellón de la Plana sirvió para frenar el avance de la plaga.

     Nadie se libró en toda Europa de la peste que afectó principalmente a los viñedos. La economía general comenzó a padecer primero en los países productores, extendiéndose luego a los diferentes ramos de producción, comercios, bancos, etc.

      A los Torres Campana la plaga le ocasionó desgracias múltiples,  por un lado   la fortuna que había transformado la personalidad de sus enriquecidos componentes a través de las modas, juegos y alcohol. Por otro este vicio le jugó la peor pasada a don Frasco que en una noche de juerga, entre vahos escuchó rumores de infidelidades y sin miramientos  acuchilló a su mujer.

     Si bien en esa época los femicidios eran caratulados sólo como crímenes pasionales con escasas penas,  a Frasco Torres Campana  le costó toda su fortuna (bodega, fincas, caballos, etc). Y  no lo libró de pasar una decena de años en la cárcel Celular de Madrid  (hoy cárcel Modelo).

 


   

 Paco Chávez también sufrió la plaga. Su finca se desvastó.  La necesidad por carencias  elementales era  generacional,  recurriendo como antaño sus antepasados a cultivar los frutos de la tierra y criar animales domésticos para alimentarse, -enseñanza ancestral-, en tanto  los hombres salieron a changuear.

 

    Leonor que era la más dispuesta, también salió a buscar trabajo al pueblo y se conchabó en la bodega de Primitivo Collantes

 


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que resistía la epidemia.  Ella en tanto  buscaba  a Pedro que había quedado destrozado por el drama familiar y la pérdida de todos sus bienes.

    Como vimos al correr de la historia Pedro había sido criado en cuna de oro, nunca estudió y lo único que sabía era de juergas y caballos. Frente al descalabro sucumbió a las malas compañías que lo buscaban por sus conocimientos de la raza caballar para hacer buenos negocios. Y se dio a la bebida.

     Leonor que supo de la tragedia lo buscó incansablemente hasta encontrarlo tendido en un zanjón borracho perdido, herido y golpeado por malandras en una trifulca por deudas de juego. Lo subió a su burro que había salvado escondiéndola en un pajar cuando la guardia civil requisaba las riquezas de los deudores.

    Doña Inés y Leonor fueron las samaritanas que volvieron a la vida a Pedro y lo arrimaron a la finca. Su bonhomía, atractiva personalidad hizo que rápidamente fuera aceptada por todos y él se sintió obligado a responder a la comunidad familiar. Entre sus habilidades mundanas sabía pescar y cazar y todos los días llegaba con bichos salvajes que vaya uno a saber dónde y cómo conseguía. Doña Inés lo esperaba con los brazos abiertos para cocinar sabrosas pitanzas.

     Incluso para alguna fiesta de guardar, a la que los chiclaneros eran muy afectos se esforzaba por ampliar la caza e invitaba algunos vecinos improvisando una romería casera con guitarra flamenca, castañuelas y cante jondo al que todos los participantes acompañaban con palmas y otros ruidos para jaranear hasta que las velas no ardieran.



     Se terminaba el siglo XIX, la plaga seguía con fuerza, la pobreza arreciaba y los hombres marchaban a América en busca de la riqueza que desde allí ostentaban sus moradores representantes de la oligarquía.

      La finca de la familia de Paco Chávez se extinguía de a poco, los  varones  partían a changuear en el puerto de Palos, algunos  se embarcaron para el nuevo mundo. Sólo don Paco ya anciano, doña Inés,  Leonor y Pedro todavía recuperándose de las heridas malvivían en las pocas tierras que quedaron de la finca luego de hipotecar el viñedo diezmado.

      La personalidad de Pedro Torres  viene bastante castigada por su origen ricachón.  Luego de las desventuras propias y familiares más la golpiza recibida que lo dejó postrado por un tiempo se vio obligado a reflexionar  y encontrar en sí mismo instrumentos que le permitieran continuar conviviendo con esa familia que tan bien lo trataba.  Dijimos que era simpático, con don de gente,  sabía cazar y pescar fabricando sus propios utensilios. Era muy inteligente y si bien no tenía educación formal adquirió gran conocimiento en las razas equinas. 

      La relación entre Pedro y Leonor se profundizaba y don Paco y doña Inés consideraban que los jóvenes estaban a punto de caramelo para formalizar algo más serio,  motivo por el cual en la primavera de 1899 se comprometen de casamiento Pedro Torres Campana y Leonor Chávez.

    Desde 1836 en Chiclana de  la Frontera se celebra la Feria y Fiesta de San Antonio que reúne a pobladores de  toda Andalucía,  y la familia de la nueva pareja quiere usar el suceso como excusa para la gran fiesta aprovechando la jarana popular, lo que haría  menos penosa la pobreza circundante.

    Llegó el momento en esta vera historia de lucir las habilidades de nuestra protagonista antes de casarla.

    Es dueña de un burro que crió a mamadera desde su nacimiento, lo llama Orejón y le obedece de tal forma que cuando ella se le acerca se arrodilla para que lo monte sin esfuerzo proporcionando un espectáculo muy festejado.

     En su adolescencia en la viña familiar aprendió el tratamiento de las uvas en todas sus especialidades: cosecha, pisado, limpieza, despalillado, orujo y mosto,  prensado, filtrado, fermentado, clarificado, embotellado y ese conocimiento fue admirado por don Primitivo Collantes que la contrató para su bodega que estaba transformando. Pasó a ser su mano derecha para las nuevas cepas que producirían.


     Semanas antes de la boda Leonor montada en su burro desde temprano llegaba a  la bodega de  los hermanos Collantes en la calle Ancha en la zona alta de la ciudad,  a trabajar en tareas fabriles que comenzaban a emplear técnicas modernas para combatir el trance epidémico. Otra bodega conocida como “El  Sanatorio”,  la de Manuel Aragón, con su enfoque en la calidad y la tradición fueron  ejemplos de la resiliencia de la industria vitivinícola durante la plaga.  Esta última con su marca El  Sanatorio llega  exultante hasta nuestro siglo XXI.


      La  crisis socio-laboral desatada en la industria vitícola  en Chiclana de la Frontera no había afectado a todos por igual.  Los ricos bodegueros europeos trajeron estacas de las viñas americanas y propugnaban quemar todo los campos infectados resembrando nuevas parras, mientras los finqueros humildes se oponían con violencia negándose a perder sus tierras que eran arrasadas furtivamente por maleantes incendiarios contratados.  

      Leonor con su burro traía productos comestibles producidos en su finca (lo que quedaba de la malaria) y luego de laborar en la bodega se unía a los feriantes mientras estimulaba a amigos para la Feria de San Antonio   sin anticipar que además se casaría.

     En tanto Pedro salía de expedición para abastecer a Doña Inés. Mientras recorría las costas del Atlántico y las marismas en busca de pescar algunos peces como pargos, dorados, meros, caballa, etc.   Un día se embarcó en el pequeño bote de un lugareño conocido y regresó con un enorme atún



pescado para alegría de la cocinera que rápidamente trozó y comenzó a aliñar para la fiesta que se acercaba velozmente.

 



     Se casaron  en la iglesia de San Juan Bautista  un 13 de junio de 1899. Por la noche hubo jarana total ya que en los alrededores del templo se levantaba la Feria con una romería popular mezclado con las nupcias. Tal encuentro le permitió a la familia Chávez disimular su pobreza aportando los manjares que doña Inés cocinó:  pasteles, tapas, bocadillos y las porciones del atún encebollado que nadie dejó de probar hasta finalizada la farra. Todo empapado con  los brebajes alcohólicos que la simpatía de Leonor consiguió que  don Primitivo donara para toda la fiesta.   La pareja  con sus mejores atuendos guitarrearon. y zapatearon hasta la madrugada y Leonor y las muchachas del pueblo le hicieron el mejor coro flamenco de castañuelas y cantoque en mucho tiempo no se oiría por Cádiz.

     Al tablao de la romería no faltaron el famoso “Silverio Franconetti”,  el mejor cantaor de su época y el “El Maestro Patiño”, guitarrista pionero de la escuela gaditana del toque. Tampoco la bailaora  "La Macarrona" (Juana Vargas)con quien la novia se trenzó en un contrapunto de castañuelas, canto y baile muy aplaudido por la concurrencia donde muchos se sumaron.  Los novios eran los principales animadores.

     Leonor y Pedro comenzaron su nueva etapa al finalizar el siglo saturados de regalos y esperanzas pero sin futuro a la vista. La comunidad chiclanera estaba agotada,  los jefes de familia emigraban y los ancianos sucumbían de tristeza.  

     Pasaron los años, nació Lola que murió pequeña, Juan Manuel (Juanito en 1904), Inés  y Perico apegados a la abuela Inés que prácticamente los crió.

     En tanto Pedro subsistía en la finca como el único hombre (don Paco Chávez falleció al nacer Juanito),  Leonor continuaba en la bodega  mientras la abuela se hacía cargo de los churumbeles y él en un momento de lucidez intentó retomar  su pasado de criador de caballos.  viendo que el burro Orejón era de muy buen porte pensó cruzarlo como padrillo para obtener mulas.  La idea fue bien recibida por su esposa y se enfocó para llevarla a cabo buscando dónde obtener yeguas aptas.  Maduró la idea del antiguo haras perdido y complicando a un viejo servidor de la exbodega Torres Campana secuestraron una yegua alzada cruzándola con Orejón.  Casi un año después –once meses es el tiempo de gestación de las yegus- la bestia parió una mula de orejas largas que Pedro reclamó de su propiedad y los nuevos propietarios del haras rechazaron acusándolo  de violador de propiedad.

       El fracaso de su proyecto lo sumió en una profunda depresión y con el objeto de evitar problemas a su familia decidió como tantos gaditanos marchar a América en busca de nuevos aires y sin muchas explicaciones una tarde de 1908 partió del puerto de Palos hacia la Argentina dejando la paga del contrato del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico que estaba buscando  mano de obra para reforzar la empresa ante las fiestas que se avecinaban por el centenario patrio.

     La partida de Pedro dejó en gran dolor a toda la familia, especialmente a Leonor y sus hijos pequeños, aunque la paga del contrato permitió un alivio económico por bastante tiempo.

 Pedro llegó a Buenos Aires contratado por el ferrocarril de origen inglés  “Buenos Aires al Pacífico” (hoy ferrocarril San Martín) y en el Hotel de Inmigrantes lo estaba esperando un camión que los llevaría (eran muchos españoles que venían en esas condiciones) a una zona de reunión llamada El Cortijo ubicada  en terrenos  cercanos a lo que es la estación Caseros -era la playa de maniobras Alianza-.

El Cortijo, regenteado por Carrurra, un andaluz que no daba puntada sin nudo, muy rápido para timar a los recién llegados –muchos con mujeres y niños- al que Pedro rápidamente lo descalificó la vez que precisamente en el sentido de ayudar para mandar dinero a España descubrió que le había mochado una cantidad. Cuando pudo con otros compañeros de viaje y un crédito ferroviario compraron una franja de tierra de lo que era la quinta de don Pablo Giorello, un italiano que contrataba jornaleros dispuestos a desertar de la contrata transportista.

La comunidad andaluza se reunía en el Cortijo donde se armaban grandes jaleos y  romerías  amenizados por los jóvenes inmigrantes entre los que se encontraban muchos gitanos.  Las tareas en la playa de cargas era penosa, la mayoría de los trabajadores  eran cambistas obligados a subir a las formaciones en marcha,  enganchar y desenganchar las cadenas de los vagones en forma rápida antes de que los trenes lleguen a la palanca de cambios. Los accidentes eran frecuentes por lo que había muchas deserciones  y la plantilla de jornaleros se modificaba constantemente, Pedro aguantaba estoicamente, sobreviviendo para continuar recibiendo la paga, que previo descuento de los créditos recibidos, mandaba íntegramente a Chiclana. En secreto retenía una suma con el objeto de comprar pasajes y traer a su familia.

En ciertos rumores Pedro tenía mala fama por su falta de apego a la bulliciosa comunidad andaluza, pero recapitulando a través del tiempo vemos que sus recuerdos le obligaban a tales actitudes casi monacales: estaba pagando el terreno comprado a Giorello,  levantando una vivienda y pagando jornaleros albañiles, él mismo con la pala y el cucharón peonaba la construcción, en tanto sacaba pasajes de regreso de España a Buenos Aires. Su salud se resentía con justos motivos.

Al fin el gran día llegó, la carta esperada se recibió en Chiclana de la Frontera, donde la peste de la filoxera seguía haciendo estragos ya entrado el siglo XX. La alegría de Leonor se contagió en sus hijos, no así en la abuela Inés que preveía una vejez en soledad.

Corría mil novecientos diez y desde el puerto de Palos se desataban múltiples emociones: Juanito, Inés y Perico, abrazados fuertemente a la  abuela llorando inconsolablemente, el tío Antonio levantando a los niños acompañó a Leonor a subir el atado de ropas y vituallas al barco Patricio   Satrústegui para el viaje,.  Y zarparon con gran algarabía en los muelles. Los inmigrantes eran muchos que se hacinarían en la panza del buque trasatlántico que periódicamente recorría ambos mundos.  

En la película Tango Bar, Carlos Gardel canta Lejana Tierra Mía ante un grupo de pasajeros apiñados en en la clase más baja del buque. La imagen  proyectada da un exacto testimonio de las condiciones paupérrimas del trayecto, Juanito niño inquieto fue atado a una larga soga que la permitía corretear sin alejarse e Inesita aferrada a su muñeca que la abuela había vestido como algunas  lugareñas, hacían que Leonor padeciera el largo viaje con cierta serenidad.  Sin embargo el largo trayecto le permitió  crear ciertas amistades con jóvenes mujeres,  en especial María Ramos. Al caer la noche con castañuelas y palos armaban un fandango que se consolidó en el tiempo y llevaron luego que desembarcaron al Cortijo de Carrurra.  Por coincidencia entre los que compraron tierras a don Pablo Giorello estaba Manolo Estrada hijo de María Ramos, vecinos durante muchos años. Cuando se conformaron las nuevas familias argentinas allá por  de 1920 hasta 1960 en la confluencia de las calles Dante y Patricios en Villa Excelsior en Santos Lugares.

En   esta vera historia comenzamos utilizando la frase “expulsión de una joven chiclanera a causa de una peste”. En referencia al insecto de la filoxera que asoló al continente europeo durante gran parte de los siglos XIX y XX. Desarrollando las vicisitudes de los diferentes protagonistas y territorios  pudimos conocer al bicho    responsable de un azote que afectó los viñedos  de toda Europa y y por cercanía la industria vitivinícola. Saliendo de Chiclana de la Frontera,  comarca de origen de nuestra protagonista y al acercarnos a la Argentina, nos encontramos con otra industria. La ferroviaria, en la que nos detendremos algunos momentos por ser algo intrínseco a nuestro pensamiento político.

Cuando avancemos en esta vera historia descubriremos que Juanito (Juan Manuel Torres, el primogénito)  fue el padre del escriba que esto firma pero   es innecesario adelantarnos.

 

 

La “Historia de los  Ferrocarriles Argentinos” de Raúl Scalabrini Ortiz fue uno de las leyendas que acunaron algunas infancias –la mía- por padres  que padecieron las tropelías que los súbditos británicos infligían a nuestra comunidad.  Pero es inevitable retroceder entre nuestros protagonistas y una empresa depredadora como todas las británicas  en su cruzada colonial.

Vamos a comenzar por los siglos XVIII y XIX con el chileno Clark, súbdito inglés que en la avanzada de las concesiones  a las empresas de ese origen, las ferroviaras  eran pioneras. En 1878 consiguió el permiso para fundar una línea que uniera Buenos Aires y el Océano Pacífico en Chile obteniendo permiso para fijar el largo recorrido que cortaba la república. Desde Buenos Aires hasta Mendoza y que el convenio autorizaba una franja de tierra de varios kilómetros de ancho para tender las vías, instalar estaciones y playas de maniobras.  Scalabrini Ortiz cuenta que con el apoyo de políticos venales,  se lotearon tierras fiscales y se expropiaron otras privadas para fundar pueblos y grandes campos que luego sería la oligarquía agrícola-ganadera que aún perdura. Pero es necesario volver a nuestra  vera historia con los mismos protagonistas.

Pedro Torres estaba desvastado con su fracaso equino-comercial y en su búsqueda de oportunidades en el puerto de Palos se encontró con una comisión ferroviaria dirigida por Juan Anchordoqui caudillo político de Santos Lugares que se había “acercado” a los nuevos “empresarios extranjeros” y haciendo buenas migas pasó a formar parte del plantel superior ferroviario. Pedro le comentó el estado socio-laboral del pueblo andaluz,  consiguiendo un contrato para la nueva línea que se estaba fundando, con  un adelanto  importante de parné (dinero) y un pasaje de ida a Buenos Aires que partiría en los próximos días como ya contamos.


La vera historia con Pedro está llegando a su fin. Un lunes 25 de julio de 1910 en el barco Patricio   Satrústegui llegaron tras un viaje de más de un mes Leonor con 29 años cumplidos con sus hijos Juan de 6 años, Inés de tres y Pedro (Perico) de uno. 

  •  En Buenos Aires  se reencuentra con Leonor y sus hijos  que están creciendo. La  familia se fortalece en una casa en construcción.  Leonor prefirió habitarla para salir del Cortijo y ayudó a mejorar su habitabilidad. 

Ei migrante más pequeño, Perico  fallecerá poco tiempo después  por carencias alimentarias –desnutrción, hambre, bah-  Luego nace Ildelfonso Torres -todos lo llamarán Alfonso, que en su niñez tuvo una convulsión y quedó  con facultades cerebrales disminuidas.  Como vamos desarrollando esta etapa primeriza de inmigrantes en Argentina poco tiene que ver con la historia oficial de la riqueza en el Centenario. 

 En los arrabales la pobreza hacía estragos especialmente en niños, sin embargo la vida rosigue y seguirían naciendo.  Antonio fue el nuevo crío que la familia, ahora De La Torre aumentaría la prole: Juanito, Inés y Alfonso Torres, más Antonio De La Torre habitarían para l912 la casa de la esquina de las calles Dante y Patricios en villa Excelsior 

Las condiciones socio- ambientales-laborales fueron minando la salud de Pedro Torres que por un  apendicitis no atendido fallece dejando desamparada a la joven inmigrante. Era una época en que las empresas no se hacían cargo de sus empleados muertos. Juanito había cumplido los once años y algunos compañeros del muerto intercedieron ante Anchordoqui que lo conchabó como cadete en los Talleres de Alianza para llevar telegramas.

Hasta aquí llega la vera historia de Leonor la chiclanera. Ahora comenzará la etapa argentina de Leonor Chávez viuda de Torres y ahora  señora de Ramírez.

 

Cuando Pedro Torres fallece allá por 1913, Juanito el mayor de la familia no había cumplido los once años pero tuvo que salir a trabajar como cadete en los talleres ferroviarios de Alianza,  Leonor con Antonio en brazos lavaba y planchaba para algunos vecinos pero la miseria  era apremiante y y tiene cara de hereje.

Hemos dicho que era hermosa y bien dispuesta por lo que muchos vecinos recién llegados como ella comenzaron a cortejarla y tuvo que elegir. Fue Juan Ramírez, excompañero de Pedro que llegó a la casa comenzando una nueva vida marital agregando a la prole inicial tres nuevos hijos. Por ser historia contemporánea no abundaremos en ella.

Solo recordar que Juanito Torres, jefe de familia a los 11 años fue desplazado por un extraño que asumió esas funciones controvertidas por los antiguos habitantes.

Primero nació Pedro Ramirez apodado El Pibe por sus hermanos mayores y en competencia con Antonio por la escasa diferencia  etaria, luego Isabel La Piba en clara diferencia con Inés que se tuvo que hacer cargo de su crianza con los celos presumibles ante la madre compartida. Y por último Juan José El Nene, que alegraba a todos por su personalidad expansiva.

Leonor Chávez de Torres y de Ramirez transcurrió criando hijos medio siglo XX y fue abuela  de esta familia con la siguiente genealogía:

Juan Manuel Torres Casado  con Victoria Triviño, un hijo Eduardo casado con Zulema Esther (Beba)   con dos hijas Virginia divorciada con dos hijos Gianni Pablo Cignetti y Piero Butista Cignetti y Natalia Eva Torres divorciada con una hija Magdalena  heigel Torres

Ines Torres, casada con Cipriano Oderigo, dos hijos: Marta Ofelia (Tita) casada con Silvio (Tito) Boedo y con  tres hijas y Ricardo Oderigo casado

Alfonso Torres soltero

Antonio de la Torre, casado con (Ñata) Pombar dos hijos: Antonio casado y Roberto soltero

Pedro Ramirez (Pibe)  casado con   Amelia dos hijos Eduardo y Mario

Isabel Ramirez (Piba) casada con Juan (Robert) Szraka dos hijos Juan Carlos y Leonor

Juan José (Nene) casado con (Minina) con dos hijos

De este incompleto cuadro genealógico surge la numerosa prole que aquella cEhiclanera cuya azarosa vida fuera modificada por una plaga que afectó a Europa En el siglo XIX y cruzara el Océano Atlántico en la panza de un buque, Hoy en la República Argentina  se encuentra poblada por descendientes que se enorgullecen de su memoria. QEPD

Leonor Chávez de Torres y Ramirez falleció en 1961 con ochenta años cumplidos en su casa –aquella que ayudó a construir, en la intersección de las calles Dante y Patricios de villa Excelsior en Santos Lugares- rodeada de sus hijos, yernos y nueras, nietos y nietas y vecinos que la acompañaron en su larga vida. Sepultada en el cementerio de San Martín.

Quién esto escribe –nieto- acaba de cumplir noventa años reconociendo que su longevidad es genética, pidiendo disculpas por las desinformaciones producto de descuidos personales con la familia.

En Villa Ballester, a os veintiocho días del mes de setiembre del año dos milveinticinco 

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