lunes, 6 de octubre de 2025

TRIUNFA C.S.A.

Hace ochenta y cuatro años…

 

Triunfa C. S. A.

-Hasta hace muy poco cuando uno necesitaba comunicar algo a distancia en forma relativamente rápida utilizaba el telégrafo…

-Don Singulario no me venga con decrepitudes, hace mucho que el telégrafo pasó a la historia con el celu y el correo electrónico ¿o se lo digo en gringo: e-mail?.

 

-Es cierto, lo que yo quería contarle era de un telegrama. El mecanismo común era ir a la oficina de Correos y Telégrafos aunque también con anterioridad los ferrocarriles prestaban el servicio, uno escribía la dirección, el destinatario, el destino que no era otra cosa que lo que se quería comunicar y por último la firma, el empleado receptor contaba las palabras y cobraba en consecuencia.

 

-No me siga contando la historia que es archiconocida, un operador recibía el formulario y con un aparatito comenzaba a golpear la palanquita, un golpe corto y otro más largo, traducía el texto al sistema Morse de puntos y líneas  y por el “eter” se trasmitían las ondas que recibían en el lugar preciso. Eso lo descubrió un tano llamado Marconi…

 

Aunque hoy esa vieja historia en muchos lugares aún se usa, la revolución de las comunicaciones ciertamente la ha mandado al museo. Sin embargo cada telegrama enviado o recibido, en su laconismo a desentrañar, podría encerrar alegrías, tristezas, dramas, esperanzas. Y el título de esta nota es un deseo…

 

-Más que un deseo parece una orden misteriosa encerrada en tres letras…

 

-En agosto de 1924, Camilo Rivas recibió en Villa Colombres, Francia un telegrama con ese texto y sus ojos se llenaron de lágrimas, era el recuerdo lejano y…

 

 

-¿Quién era ese fulano y que hacía por las Uropas?

 

-Abrahamns, Paddock, Enrico, Martín, Scholoz, Rivas… un tiro que dispara el “starter” y 100 metros después esos majestuosos rodaban agotados, con el alma rebosante y el sudor cayendo sobre la tierra que los acogía amorosamente. Mientras una bandera al cielo y el “God Save the King” premiaban al triunfador, Camilo recordaba el telegrama, estaba lejos de su casa, amigos, la patria. Había dejado todo contra los titanes del mundo, había llegado tercero, sólo tercero…

 

-A ver si lo entiendo,  haciendo memoria en 1924 en Francia se realizaron las XIII olimpíadas mundiales ¿Y usted me está contando que C a m i l o   R i v a s, un argentino salió tercero en la carrera de los 100 metros llanos? Eso no figura en ningún lado                                                                                                                          

 

-Efectivamente, por la década del ’30 circulaba en Santos Lugares una revista, que representaba al Club Social Argentino, una institución señera que realizaba actividades deportivas, sociales y literarias. “Ánimo” se llamaba y recorrerla ofrece una fotografía animada de las actividades del pueblo y su época. Un cronista, Pim Pum recuerda a Camilo como un humilde atleta del barrio que superó todas las etapas en su inquebrantable fervor por correr, correr rápido, las competencias barriales, municipales, nacionales, sudamericanas y por fín… la medalla de bronce.

 

-Claro don, sólo bronce… ¡Qué exitistas que somos los argentinos! Si no es oro que no valga. Y ya que está contando olimpíadas le recuerdo al Ñandú criollo como llamaban a Juan Carlos Zabala que, ese sí trajo el oro desde Los Ángeles en EE.UU.  ganando la maratón el 7 de agosto de 1932 y…

 

 

-¿Usted es marciano? Mirándolo bien, por su tez cetrina y su altura de enanito de jardín me parece inglés y nada exitista, un gentleman diría.  Estaba recordando al maravilloso Camilo y pensaba en mi viejo ferrocarrilero telegrafista que fuera uno de los amigos del club que lo alentaban cada vez que participaba en un torneo, los que le enviaron el telegrama que no era una orden sino el grito de aliento de su barra…

 

-Tengo que rendirme ante la evidencia, en la parte deportiva no me debo meter, usted es un libro abierto, ¿de dónde saca tanta información-. 


…y Delfo Cabrera, quien también otro 7 de agosto, pero de 1948, hace ahora 60 años, en Londres ganó otra maratón olímpica. Sabe  don Singu que Zabala era de Marcos Paz (P.B.A.) y de buen pasar económico habiéndose iniciado a los 15 años en competencias atléticas y fue el ídolo de Delfo. Éste era un muchachito pobre nacido en Armstrong, (P.S.Fe) que fue cosechero, jornalero, bombero y peón mientras estudiaba, luego profesor de ed. física, corriendo fondo y semifondo llegó a campeón nacional y sudamericano varias veces. En Londres llevaba en la espalda el número 233 y cuando regresó su recibimiento fue apoteósico

Juegos Olímpicos: Zabala y Cabrera, los santafesinos reyes del maratón  olímpico

 

 

 

 

 

 

 

 

 

-Le decía que mi viejo me contaba la alegría y las historias que trajo Rivas, de la camaradería, del entusiasmo y las ilusiones que todos los chicos y chicas de todo el mundo compartían, el brillo en los ojos por la inocencia y esperanzas y las lágrimas de los que ganan y la de los que  no ganan. Le cuento esto mientras escribo pensando en ese chico Messí que gana tanto dinero, o de otros sin nombre conocido, que por avatares ajenos, soñando participar, deben mirar estos juegos por TV

 

Tengo que rendirme ante la evidencia, en la parte deportiva no me debo meter, usted es un libro abierto, ¿de dónde saca tanta información?

 

[1]   Publicado en el periódico Informaciones Semanales de San Martín el 9/8/2008       

 

 

 

 

 

 

 


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