Hace ochenta y cuatro años…
“Triunfa C. S. A.”
-Hasta
hace muy poco cuando uno necesitaba comunicar algo a distancia en forma
relativamente rápida utilizaba el telégrafo…
-Don Singulario no me venga con
decrepitudes, hace mucho que el telégrafo pasó a la historia con el celu y
el correo electrónico ¿o se lo digo en gringo: e-mail?.
-Es
cierto, lo que yo quería contarle era de un
telegrama.
El mecanismo común era ir a la oficina de Correos y Telégrafos aunque también
con anterioridad los ferrocarriles prestaban el servicio, uno escribía la
dirección, el destinatario, el destino que no era otra cosa que lo que se
quería comunicar y por último la firma, el empleado receptor contaba las
palabras y cobraba en consecuencia.
-No me siga contando la historia que
es archiconocida, un operador recibía el formulario y con un aparatito
comenzaba a golpear la palanquita, un golpe corto y otro más largo, traducía el
texto al sistema Morse de puntos y líneas
y por el “eter” se trasmitían las ondas que recibían en el lugar
preciso. Eso lo descubrió un tano llamado Marconi…
Aunque hoy
esa vieja historia en muchos lugares aún se usa, la revolución de las
comunicaciones ciertamente la ha mandado al museo. Sin embargo cada telegrama
enviado o recibido, en su laconismo a desentrañar, podría encerrar alegrías,
tristezas, dramas, esperanzas. Y el título de esta nota es un deseo…
-Más que un deseo parece una orden
misteriosa encerrada en tres letras…
-En agosto de 1924,
Camilo Rivas
recibió en Villa Colombres, Francia un telegrama con ese texto y sus ojos se
llenaron de lágrimas, era el recuerdo lejano y…
-¿Quién era ese fulano y que hacía
por las Uropas?
-Abrahamns, Paddock, Enrico, Martín,
Scholoz, Rivas… un tiro que dispara el
“starter” y
-A ver si lo entiendo, haciendo memoria en 1924 en Francia se
realizaron las XIII olimpíadas mundiales ¿Y usted me está contando que C a m i l o R i v a s, un
argentino salió tercero en la carrera de los 100 metros llanos? Eso no
figura en ningún lado
-Efectivamente,
por la década del ’30 circulaba en Santos Lugares una revista, que representaba
al Club
Social Argentino, una institución señera que realizaba actividades
deportivas, sociales y literarias. “Ánimo” se llamaba y recorrerla ofrece una
fotografía animada de las actividades del pueblo y su época. Un cronista, Pim
Pum recuerda a Camilo como un humilde atleta del
barrio que superó todas las etapas en su inquebrantable fervor por correr,
correr rápido, las competencias barriales, municipales, nacionales, sudamericanas y por fín…
la medalla de bronce.
-Claro don, sólo bronce… ¡Qué
exitistas que somos los argentinos! Si no es oro que no valga. Y ya que está
contando olimpíadas le recuerdo al Ñandú criollo como llamaban a Juan Carlos
Zabala que, ese sí trajo el oro desde Los Ángeles en EE.UU. ganando la maratón el 7 de agosto de 1932 y…
-¿Usted es
marciano? Mirándolo bien, por su tez cetrina y su altura de enanito de jardín
me parece inglés y nada exitista, un gentleman diría. Estaba recordando al maravilloso Camilo y pensaba en mi viejo ferrocarrilero telegrafista que fuera uno de los
amigos del club que lo alentaban cada vez que participaba en un torneo, los que
le enviaron el telegrama que no era una orden sino el grito de aliento de su
barra…
-Tengo que rendirme ante la evidencia, en la parte deportiva no me debo meter, usted es un libro abierto, ¿de dónde saca tanta información-.
…y Delfo Cabrera, quien también otro
7 de agosto, pero de 1948, hace ahora 60 años, en Londres ganó otra maratón
olímpica. Sabe don Singu que Zabala era
de Marcos Paz (P.B.A.) y de buen pasar económico habiéndose iniciado a los 15
años en competencias atléticas y fue el ídolo de Delfo. Éste era un muchachito
pobre nacido en Armstrong, (P.S.Fe) que fue cosechero, jornalero, bombero y
peón mientras estudiaba, luego profesor de ed. física, corriendo fondo y
semifondo llegó a campeón nacional y sudamericano varias veces. En Londres
llevaba en la espalda el número 233 y cuando regresó su recibimiento fue
apoteósico

-Le decía
que mi viejo me contaba la alegría y las historias que trajo Rivas, de la camaradería, del entusiasmo y las
ilusiones que todos los chicos y chicas de todo el mundo compartían, el brillo
en los ojos por la inocencia y esperanzas y las lágrimas de los que ganan y la
de los que no ganan. Le cuento esto
mientras escribo pensando en ese chico Messí que gana tanto dinero, o de otros
sin nombre conocido, que por avatares ajenos, soñando participar, deben mirar
estos juegos por TV
Tengo que
rendirme ante la evidencia, en la parte deportiva no me debo meter, usted es un
libro abierto, ¿de dónde saca tanta información?
[1] Publicado en el periódico Informaciones
Semanales de San Martín el 9/8/2008
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