viernes, 5 de noviembre de 2010

…cuando nos adueñamos de Buenos Aires

(Artículo publicado por don Singulario en el periódico Informaciones Semanales de la Ciudad de San Martín el 14 de agosto de 2010)

…cuando nos adueñamos de Buenos Aires
-Don Singulario, ¿con qué antigualla nos va a enmarañar hoy?
-Estoy leyendo las memorias de Gillespie…
-¡Qué bárbaro ese grone! Tengo un CD de Osvaldo Fresedo con los tangos Vida Mía y Adiós Muchachos donde se manda unos solos de trompeta que te la “voglio dire” *
-Ese disco portentoso se produjo en 1956 en Rendez Vous Porteño, la Boite del Pibe de la Paternal, y Dizzi Gillespie invitado por aquél salió del hotel Continental a grabarlo vestido de gaucho y a caballo. Rubén Ferrero relata el encuentro entre los dos grandes de la música popular y recuerda que el suntuoso City Hotel le negó alojamiento por su color. Pero yo me estaba refiriendo a otro Gillespie, a Alexander capitán del ejército usurpador de 1806, que escribió una relación muy interesante recordando su presencia en el Buenos Aires de entonces.
-Disculpe don con la confusa, me hago un barullo bárbaro con los apellidos gringos.
-Ya debería haberse acostumbrado. Aquel invasor cuenta con lujo de detalles y afinada prosa su estadía en el Río de la Plata con la crónica de costumbres, la gente, las clases sociales, la ropa y muchos detalles que demuestran el clarísimo interés comercial que los habían traído.
-¿Ud. me está queriendo decir no era una invasión pirata para apoderarse del botín y rajar como nos muestran las películas de Hollywood?
-No. Como tantos otras visitas -especialmente anglosajonas- en son de guerra, o comercial o científica, sus expectativas siempre fueron expansionistas aprovechando las potencialidades de los lugares que irrumpían, de ahí que aún continúen en Malvinas y Georgias del Sur. Vea como nos veía aquel súbdito británico:
“Fue durante el invierno cuando nos adueñamos de Buenos Aires. En dicha estación se realizaban tertulias o bailes, durante las noches, en diversas casas. Acudían allí, envueltas en amplios mantos y sin ceremonia previa, todas las niñas del barrio. Cuando estas no estaban comprometidas, se apretaban juntas, en apariencia para calentarse, en un largo sofá, pues allí no había chimeneas. El fuego se utilizaba únicamente cuando el rigor del frío se hacía sentir en extremo y se introducía en la habitación un brasero que se colocaba cerca de los pies de los visitantes. Esto hacía que los extranjeros sufrieran los efectos perniciosos del óxido de carbón”
-Se adueñaron en invierno y no tuvieron primavera. Esa calefacción se usa en muchos hogares…
-Y los efectos perniciosos perduran, no para los turistas extranjeros en hoteles 5 estrellas, sino con los pobres que el monóxido mata. Sigamos con don Alexander:
“En estas reuniones no se ofrecían refrescos de ninguna naturaleza, salvo a unos pocos especialmente invitados; pero eso sí, todos eran bienvenidos, aun los recientemente presentados. Los valses estaban de moda, y se hacía música de piano con acompañamiento de guitarra, instrumentos que la mayoría tocaba, cualquiera fuese su posición social. Las niñas estaban bajo la maternal vigilancia de la dueña de casa, y la reunión terminaba, invariablemente a las veintidós horas.”
-Claro, en esos salones paquetes sonaban valses. Afuera, en las orillas del Plata, serían  candombes, milongas y tangos los que reinarían
- Con toda seguridad que el tan-tan de los tambores se imponía dado la gran colonia afro esclava; también milongas y otros ritmos hispanos guitarreados por criollos y españoles; pero el tango como tal tardaría mucho en aparecer. Dejémoslo seguir al reportero improvisado:
“Cuando algún sacerdote se hacía presente en aquel lugar, una reserva general invadía el ambiente; y un sentimiento transitorio de decoro y de servil fanatismo hacía que se multiplicaran las atenciones durante su permanencia. Había algunos literatos y caballeros entre el clero secular; pero la mayor parte de los que nosotros conocimos, por su ignorancia, vicios y falta de liberalidad tenían mejores disposiciones para agentes del diablo que para ser los elegidos espirituales de la propagación de las verdades sagradas [...] La música se consideraba una perfección primordial y no se ahorraba gastos a ese propósito, sea en procurarse instrumentos o composiciones. Estos artículos tendrán siempre venta fácil en Buenos Aires, ya que se tiene una debilidad por ambos cuando son de manufactura inglesa.”
-Ahí aparece el agente promotor de comercio…
-En todo el escrito, además de pintar las costumbres explica con lujo de detalles las necesidades posibles y el producto a comercializar:
“[...] Esta lista puede en pocas palabras, componerse de muebles domésticos, ferretería de todas clases, largos cuchillos con vaina muy usados por los nativos, martillos, cuñas, picos, máquinas a vapor, manufacturas mecánicas de ostentación e ingenio, escopetas, con toda munición en cajas de caoba, plomo en todas las formas, paños negros y azules, tejidos de lana gruesos, algodones estampados para vestidos y pantalones, zarazas, mahones, botines, zapatos, casimires, los más celestes, géneros de algodón ordinario, frazadas, vestidos de señora a la última moda, con zapatos y medias de seda adornados, queso, manteca, harina y semillas de hortaliza [...]
-Don Singulario, faltan las fotos y parece un catálogo del Unicenter
-O de ACME como el de la Pantera Rosa o el Correcaminos. Observe como había pispeado el ambiente con respecto a las cabalgaduras:
“[...] un juego de herraduras costaba cinco duros, cuando el animal podía comprarse por dos. Éstas, en estados manufacturados e incorporadas como parte del lastre de cualquier barco, siempre encontrarían salida fácil, y con tal que no se ofrecieran con demasiada abundancia, producirían un gran beneficio. Como rara vez se ponen en las patas traseras, en cada cargamento debe embarcarse una proporción de tres a una de las delanteras [...]”
-¿Así que los caballos andaban descalzos y con guantes? ¡Qué moda! Por lo demás estaba enseñando a especular, escasear adrede para aumentar precios.
-¿No le suena a los que hoy hablan de inflación y esconden las mercaderías como la manteca de los últimos tiempos? Disfrute en esta otra parte de su relato la descripción respecto a los esclavos:
“El trato social que se nos ofrecía dio ocasión de observar las maneras y los usos de diferentes familias [...] Entre los más amables trazos del carácter criollo, no hay ninguno más conspicuo y ninguno que más claramente indique su no fingida benevolencia, que su conducta hacia los esclavos. He sido testigo con frecuencia del duro tratamiento que reciben aquellos prójimos en la Indias Occidentales y de la total indiferencia universal respecto a su instrucción religiosa allí prevalente y me chocó instantáneamente el contraste entre nuestros plantadores y los sudamericanos. No bien son comprados en Buenos Aires estos infelices exilados de su país, el primer cuidado es instruirlos en el lenguaje del lugar y lo mismo en los principios generales, así como en credo de su propia fe [...] Hasta que así (educados y bautizados) se naturalizan los negros africanos y sus hermanos nacidos en América son estigmatizados por el vulgo, como infieles y bárbaros. Los propietarios eran, según pude observar, igualmente atentos a su moralidad doméstica. Todas las mañanas, antes que el ama fuese a misa, congregaba a las sirvientas en rueda sobre el suelo, jóvenes y viejas, a quienes asignaba trabajo de aguja o tejido de acuerdo con sus capacidades. Todas parecían contentas, aunque no debían faltar reprensiones de vez en cuando [...]”
-Igual que en el City Hotel ¿no?
-Parecido. La semana que viene traeremos algunas otras miradas de éste y otros viajeros por aquella época, especialmente las relaciones femeninas con los invasores
·               Para ver y escuchar a O. Fresedo y D. Gillespie: http://www.youtube.com/watch?v=aT0L-lo2ZY0, y http://www.youtube.com/watch?v=7okR9qi3onI&NR=1
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(2ª parte publicada por don Singulario en el periódico Informaciones Semanales de la Ciudad de San Martín el 21 de agosto de 2010)

…cuando nos adueñamos de Buenos Aires (2ª parte)
-Don Singulario, la semana pasada se comprometió a contarnos como veían los viajeros ingleses a las mujeres en el Buenos Aires de la Colonia.
-Alexander Gillespie, aquel oficial británico de las invasiones continuaba relatando:
“[...] Cuando estábamos prisioneros muchas familias de la ciudad mostraron particular deseo de tener soldados ingleses como servidores, mucho más por el deseo liberal de aliviar su cautividad, que para beneficiarse con sus servicios. En estas actividades nuestros subordinados también compartían sus bondades, y existía una evidente parcialidad de las mujeres hacia los oficiales ingleses, más que la mostrada a los amigos de su clase. La única barrera para vínculos más estrechos era la diferencia de credo, que solamente sacrificándolo las damas hubieran mirado el rango militar de sus admiradores como de menor importancia. Una de ellas se casó con un cadete del cuerpo de Santa Helena, que habíase convertido voluntariamente, y quien pronto recibió el mando de capitán en el ejército de Buenos Aires. Mucha elocuencia sacerdotal se gastó en esa santa lucha [...]”
-Siempre los de afuera son más lindos… ¡Si nos habremos agarrado broncas en los bailes del club cuando aparecían “fifís” extraños que nos afanaban a las minas que veníamos haciéndoles el entre…!
-Algunos prisioneros ingleses, en cambio, no la pasaba nada mal, déjelo seguir al míster:
“[...] Era tal la pasión femenina por la música, que invitaron al maestro de la banda del regimiento 71 a convertirse en profesor; muchas discípulas lo solicitaron, y como era excelente compositor, sus pequeñas obras las compraban inmediatamente. Se sirvieron de su influencia para retenerlo cuando nos enviaron al interior, sin éxito; pero él amasó el dinero suficiente para asegurarse comodidades mientras estuvo prisionero en aquel continente [...]”
-¡Por fin don Singu! ¡Eran nuestras bisabuelitas coloniales que nos encajaron esos genes…! De ahí viene esa pasión porteña por todo lo de afuera, primero aquella banda con gaiteros, luego foxtrots y charlestones, dopo Bill Haley con los cometas despatarrándonos por los aires…
-Dicen que la música amansa a las fieras y los gringos conocían el refrán por lo que aprovecharon las circunstancias:  
“[...] Mucha mayor confianza surgió cuando estuvimos bajo su poder que cuando éramos dueños de la ciudad, en nuestras conversaciones mutuas [...]”
-¡Y dale con que: “cuando éramos dueños”!
-Cuando escribió estas crónicas, esa expresión era mucho más de añoranza que de soberbia, pese a que no cejaba en su codicia imperial. Obsérvelo en sus recuerdos, al finalizar la crónica se despide así:
“Es ahora tiempo de despedirme de Buenos Aires, pero antes de partir, la pluma que sostengo os dedica un tributo, ¡a vosotros, los mejores de los criollos! Todos nosotros os conocimos humildes, humanos, hospitalarios, y aunque vuestra conversación fuera desprovista de interés, estaba compensada ampliamente por su complacencia [...] ¡Nuestros ojos os seguirán a través de vuestros futuros destinos, mientras nuestros corazones nunca cesarán de implorar vuestra eterna prosperidad!
-¡Qué despectivo!¡Me imagino que alguno de aquellos interlocutores porteños se habrían recibido en el Cardenal Newman como el actual alcalde mayor!
-¿¿¿???
-¡Nooo! No piense que es por su humildad, humanidad ni hospitalidad. Yo lo recordé por el interés que despierta su conversación tan amena, variada y erudita… digo… perdone don… disculpe…
-Como vimos, parece que siempre Buenos Aires fue una meca para el turismo extranjero y sus visitantes escribieron crónicas que sirven para reconocer costumbres y usos del momento. Con aquellas Invasiones Inglesas llegaron antes y después, además de soldados otra gente que dejó testimonios o participó en asuntos sabrosos, tal es el caso de Mary Clarke Johnson sentenciada en Londres a pena de prisión a cumplir en la lejana Australia, que participó del motín a bordo de la fragata británica Lady Shore. matando al capitán que parece la tenía de amante.
-¡Brava la minita…!
-Aparece en Buenos Aires como amiga de la familia O’Gorman y como enfermera asiste a las tropas invasoras. Personaje reconocido por regentear la «Fonda de la Inglesa» en la calle del Fuerte (hoy 25 de Mayo), lugar de confluencia de los visitantes y vecinos que, por su cercanía al puerto, jugó parte importante de nuestra historia. Fue consecutivamente esposa y viuda de alemanes, españoles e ingleses; el sabio Charles Darwin la describiría: “[...] la Sra. Clara como una mujer que debió haber sido hermosa en su juventud pero que ahora impresionaba como vieja y decrépita con actitudes feroces y enunciados amenazantes tales como «Yo señor, los ahorcaría a todos» (¡y realmente lo pensaba!).” Tuvo una intensa vida social con los distintos gobiernos unitarios y federales y a su muerte fue enterrada en la Recoleta con grandes honores y pompas
-No hay nada que hacer, junto a gringos y gringas de toda laya, aquella ciudad se iba conformando mixturada con los criollos, maturrangos, indios y esclavos en una nueva metrópoli multiétnica
-¡Qué flor de parrafada se mandó! Y es verdad. Pero ahora continuemos con otros visitantes que también nos cuentan de las mujeres de aquella sociedad. Me refiero a los hermanos Parish Robertson:
-¿Otros más?
-Sus historias son muy interesantes. John también llegó en la oleada invasora:
“[...] después de una ausencia de nueve meses de toda sociedad femenina, fui una vez más admitido en ella, (la familia Castellanos) e hice rápidos progresos, debido a nuestra diaria conversación, en la lengua española, trabando además conocimiento  con la mayoría de las mejores familias del lugar. Fui presentado al Virrey Liniers, cuya estrella declinaba visiblemente. Llevaba las riendas del gobierno con flojedad, bajo el control de la Audiencia y Cabildo, mientras la entonces celebrada Madame O’Gorman* era el único árbitro de sus asuntos domésticos y la dispensadora de favores [...] Sin embargo «Madame» daba, mientras tanto, las más espléndidas tertulias, y vi congregadas, noche tras noche en su casa, toda clase de bellezas, de una vivacidad femenina tal, que habrían excitado envidia y despertado admiración en un baile inglés. Las porteñas, ciertamente se jactan entre ellas de ser mujeres encantadoras; más pulidas, quizá, en la apariencia externa y maneras, que cultivadas mentalmente; pero tienen muy buen sentido, penetración y vivacidad suficiente como para dejarnos la duda de si no son mejores así como son, que si estuvieran educadas más artificialmente. Son poco afectadas y carecen de orgullo. No puede ser muy deficiente educación la que excluya, en la formación del carácter femenino, condiciones tan odiosas [...]”
- Estos chimentos son muy machistas, para las revistas de género seguro no pasarían,  ¿cómo los obtuvo?
-Un pequeño librito denominado «Buenos Aires visto por los viajeros ingleses 1806-1825» editado por Emecé en 1945, fue el detonante de esta crónica, además de otros datos obtenidos por Internet, pero nos queda el desafío de saber cómo vivían las otras mujeres, las del pueblo no la de los salones sociales exclusivos. En eso andamos y continuamos explorando sobre las cantineras, costureras, amas de casa, incluso artistas y de otras actividades que fueron invisibles para los comentaristas de la época, pero importantes compañeras y líderes sociales que nos han permitido homenajear a nuestro bicentenario.

* Ana Périchon, casada con un tal Thomas O´Gorman. tuvo una agitada vida social, erótica y política. Madame O’Gorman conocida despectivamente como La Perichona fue amante de Liniers y desterrada por supuesta espía inglesa. Fue la abuela de Camila,  fusilada por sus amores con el cura Ladislao

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