viernes, 5 de noviembre de 2010

¡Qué lindo ejemplar de argentino viejo, este Arturo!

Artículo publicado por don Singulario en el periódico Informaciones Semanales de la Ciudad de San Martín el 16 de octubre de 2010

¡Qué lindo ejemplar de argentino viejo, este Arturo!

-Don Singulario, lo veo leyendo la revista “Crisis” ¿Es la misma que salía una ponchada de años atrás?
-Tiene el mismo título, salió este mes y dicen seguir esa línea, pero…¡Aquella mítica de los años ’70 es inigualable!
-Me gustaba mucho, traía ensayos y reportajes a fulanos grosos y otros que recién se iniciaban en literatura, teatro, poesías…
-Se llamaba “Ideas, letras, artes en la Crisis; tengo guardaditos los cuarenta números de la primera época. Vea, por ejemplo, ésta de setiembre del ‘73 con un artículo dedicado a Arturo Jauretche, a quién considero mi maestro…
-Supongo que, además tendrá otros profesores en botánica, zoología o danzas clásicas..
-¡Pare la mano, cumpa! ¡No me gaste! Con bichos y zapallos como Ud., no necesito guías.  En la nota lo ubican nacido en Lincoln en 1900, sociólogo, periodista y alguna vez, también poeta. Sus libros más destacados son “Los Profetas del Odio”, “Prosas de Hacha y Tiza” y “El Medio Pelo en la Sociedad Argentina”. Este trabajo lleva como subtítulo Civilización o Barbarie.
-Yo tenía entendido que fue Sarmiento quien títuló Civilización y Barbarie a un libro sobre la vida del caudillo Juan Facundo Quiroga…
-Comenzamos mal, estoy hablando de don Arturo, no del Mingo Faustino. Ese enunciado, para uno es concordia, para el otro es antinomia. No los discuto, hoy sólo vine extractador de opiniones ajenas…
-¡Se me está achicando! Menta a dos de los más feroces polemistas de nuestra historia y le raja a las discusiones…
-Aprovechemos qué dijeron sobre él otros escritores famosos, también polémicos, del siglo pasado.
-Vamos a ver de quiénes se trata para saber si le justifico la defección
-En un recuadro aparte de la nota se lee:
«Como aquellos oficiales egipcios del barrio norte que en “César y Cleopatra” se quejaban de los victoriosos chacareros romanos, el general von Kleist declaró en 1942 que los rusos no habían sido aún aniquilados porque esos improvisados mariscales soviéticos ignoraban el arte militar.
«Más de una vez he oído a profesores de sociología refiriéndose admonitoriamente a Jauretche. Ese es un montonero de las ciencias sociales, lo que explica sus irregularidades pero también sus acierto, su capacidad de improvisación, su salida por donde menos se espera. El hombre formado en la academia fija su posición con brújula y sextante; él, como los baqueanos de otros tiempos, se agacha, mastica un pastito, observa para dónde sopla el viento, discrimina la huella de un animal que pasó por allí una semana atrás. Hace no sé cuántos años bajó a la capital y del fogón pasó a la mesita de mármol en que Homero Manzi soñaba sus elegías porteñas. Y así como Enrique Santos Discépolo elaboró  en esa misma mesa su existencialismo, Jauretche fue construyendo su filosofía de la historia entre dichos y sucedidos, conservando la ironía socarrona del paisano pero con el andar medio de costado del compadre porteño (vaya a saber si con un cuchillito en la cintura), mezclando palabras como establishment y apero, Marx y Viejo Vizcacha, haciendo la sociología de Juan Moreira y el Gallego Julio. Si agregamos su coraje a pruebas de bala, su desaforado amor por esta tierra y su pueblo, su poner la dignidad de la patria por encima de cualquier cosa ¡qué lindo ejemplar de argentino viejo, este Arturo!
«En ocasiones he discrepado con sus ideas. Pero estas pavadas no hicieron nunca a la amistad y a la común pasión por este rincón del mundo. Y una de las pocas cosas que me tranquilizan en este tiempo entreverado es saber que, palabras más, palabras menos, él y yo estamos del mismo lado del asunto. Santos Lugares, agosto de 1973, Ernesto Sábato»
-Don Singulario ¡qué vigorosa semblanza y cuántas virtudes le reconoce! …
-La revista además, recuadra la opinión de otro famoso: es el prólogo a un poema gauchesco escrito allá por el ’34 en ocasión de la última revolución radical, fallida como cuadra.
«La “patriada” (que no se debe confundir con el “cuartelazo” prudente operación comercial de éxito seguro) es uno de los pocos rasgos decentes de la odiosa historia de América. Si fracasa, le dicen “chirinada” y casi nunca deja de fracasar. [...] En la “patriada” actual, cabe decir que está descontado el fracaso: un fracaso amargado por la irrisión. Sus hombres corren el albur de la muerte, de una muerte que será decretada insignificante. La muerte, siéndolo todo, es nada: también los amenazan el destierro, la escasez, la caricatura y el regimen carcelario. Afrontarlos, demanda un coraje particular. El fracaso previsto y verosímil borra los contactos de la “patriada” con las operaciones militares de orden común, sólo atentas a la victoria, y la aproxima al duelo, que excluye enteramente las ideas de ganar o perder -sin que ello importe tolerar la menor negligencia, o escatimar coraje- Ya lo dice Jauretche, en una de sus estrofas más firmes:
«“En cambio murió Ramón / jugando a risa la herida: / siendo grande la ocasión / lo de menos es la vida”
«Recordemos que ese Ramón Hernández murió de veras y que el poeta que labró más tarde la estrofa compartió con el hombre que murió esa madrugada y esa batalla. El hecho en sí, es patético. Yo pienso en los corteses cantores de Islandia y Noruega, diestros en artes de piratería también; yo pienso en Hilario Ascasubi “cantando y combatiendo los tiranos del Río de la Plata”.
«No en vano he mencionado ese nombre. “El Paso de los Libres” (título del poema) está en la tradición de Ascasubi -y del también conspirador José Hernández- La adecuación de la manera de esos poetas al episodio actual es tan feliz que no delata el menor esfuerzo. La tradición, que para muchos es una traba, ha sido un instrumento venturoso para Jauretche. Le ha permitido realizar obra viva, obra que el tiempo cuidará de no preterir, obra que merecerá -yo lo creo- la amistad de las guitarras y de los hombres.»  (firmado) Jorge Luis Borges
-¡Qué bárbaro! El vate ciego al compararlo con dos colosos de la poesía gauchesca no olvidó sus recurrentes ensoñaciones nórdicas. Don Singulario, usted no anda con chiquitas, se agarra de los dos mayores bardos de nuestro siglo
- ¡Qué destino! En el ocaso de la vida ambos conocerán la ceguera visual. Le recuerdo que Georgie escribió aquel prólogo de joven, tenía un entusiasmo irigoyenista que se le pasaría con el tiempo…
-Parecido a don Ernesto, ese artículo lo escribió poco antes de las elecciones de setiembre. Como tantos, se había subido a la euforia nacional y popular que se ganarían con más del 60% de los votos. Sin embargo en mayo del ’76 ambos, junto a otros escritores almorzarían y beberían, confraternizando con el “presidente” Videla.
-Poco después, la revista Crisis que comentó ese ágape, fue censurada y prohibida. En la otra trinchera, el viejo don Arturo, en su devenir de francotirador, nunca dejó de señalar aquellas zonceras que al decir de nuestro vecino sanlugarense “son sólo pavadas”. Por ejemplo la tilinguería del “medio pelo” que los ha canonizados por sus posiciones políticas. Y con ésto no hago juicios de valor por las excelencias literarias, que las tienen superlativas y que no muchos han leído. (En esta profesión de librero de viejo, recorro anaqueles impolutos con libros que sirven de adorno, manoseados sólo hasta la página quince…)

donsingulario@hotmail.com

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